La aparición en el mercado de nuevas gamas de impresoras 3D han abierto numerosos campos para la fabricación de toda clase de piezas, desde las necesarias hasta las polémicas
Hoy ya es posible imprimir, además de maquetas y
figuritas, órganos vivos hechos a partir de células, piezas de coche, prótesis
personalizadas o pistolas capaces de disparar munición real.
La revolución de las impresoras 3D está en
las cosas que se pueden imprimir, y también en su acceso. Todo
el mundo puede disponer en su casa de una impresora 3D por el precio de un
ordenador personal. Una fábrica multiusos que permite crear prototipos y llevar
a la realidad nuestros proyectos.
En el campo industrial el avance es todavía más significativo. Desde la
aplicación médica en la impresión 3D de materiales de ortopedia adaptados a
cada uno de los usuarios, obteniendo resultados nunca antes concebidos y
mejorando la calidad de vida de sus usuarios. Un ejemplo es el caso de Liam, un
niño surafricano de 5 años que nació sin los dedos de la mano derecha, al que
se le aplicó una prótesis de mano impresa. Apenas unos días después de
recibirla ya era capaz de coger objetos difíciles, como monedas.
Todo esto puede parecer ciencia ficción pero ya se
están creando en el laboratorio "prototipos" de riñones, vejigas,
piel, huesos, corazones, orejas, vasos sanguíneos... De hecho,
algunos de estos órganos (como la vejiga) ya se han trasplantado
experimentalmente a personas con resultados que invitan al optimismo. Aún así,
el camino a recorrer es todavía largo (muchos apuntan a más de 10 años) y será
necesario un desarrollo mayor de la tecnología de impresión 3D y un mayor
conocimiento de la biología celular para que, quizás algún día, recibir un
órgano construido en el laboratorio sea tan normal como recibir un trasplante
de un órgano procedente de otra persona.
¿Imagina un automóvil
completamente personalizado y único? Pues ya es posible la creación de chapas y
componentes exclusivos. Una compañía
estadounidense trabaja para diseñar un coche eléctrico y urbano que pueda
imprimirse casi por completo. Además de las casi ilimitadas opciones de
personalización —inviables cuando se fabrica en serie – esta sería una forma barata y muy fácil de
reparar. Si se estropea algo, se imprime otra vez y listo.
Sin embargos no todas las
aplicaciones del 3D son tan claramente positivas. La reciente publicación en internet de los archivos
que permiten imprimir una pistola ha puesto el foco mediático sobre los límites
de esta tecnología. ¿Hasta qué punto se puede controlar lo que un usuario
fabrica en su propia casa? Lo cierto es que un arma, por sí misma, no es
suficiente para disparar. También se necesitan balas, y pólvora. En cualquier
caso, ‘Liberator’ —así la ha llamado su autor— ya ha sido
descargada más de 100.000 veces. ¿Cuántos pretenden
crearla? No se sabe.
‘Liberator’ no es el primer coqueteo de la impresión
tridimensional y las armas de fuego. Durante el verano de 2012 un
estadounidense publicó un vídeo en el que mostraba cómo disparaba un rifle de
asalto AR-15 con algunas piezas fabricadas con esta tecnología. Su primer
‘prototipo’ soportaba seis disparos sin romperse, y recientemente consiguió
mejorarlo para multiplicar por 100 su resistencia.
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